miércoles, 29 de mayo de 2024

Aquel hombre de grandes bigotes llamado el Pardalero pasaba en ese instante

«En la casa de al lado aún permanecía el mismo umbral donde ella se sentó a cantarle una nana a su hermanito muerto, y enfrente seguían plantados maizales, berenjenas, patatas, cebollas, pimientos, tomates en tablas de tierra fértil tiradas a escuadra. Pocas cosas habían cambiado. Aquel hombre de grandes bigotes llamado el  Pardalero pasaba en ese instante algo envejecido y no tan jovial con la misma bicicleta vendiendo pajaritos de madera de varios colores. La estrella detuvo el coche, lo llamó desde la ventanilla. «¿Cuánto vale el jilguero?». «Para usted, una aguileta, señorita»; una aguileta eran cinco céntimos. Conchita Piquer compró el pajarito y lo dejó colgado con una cinta del espejo retrovisor. Otro sueño cumplido. Cuántas veces había llorado de niña al oír la canción de aquel buhonero, xiquets, ploreu, que pardalets tindreu, y por mucho que llorara, su madre nunca quiso comprarle ese pajarito que tanto deseaba. Ahora el jilguero de madera pintado de rojo, blanco y azul se balanceaba sobre el salpicadero del Hispano-Suiza. Era una conquista del pasado que la llenó de felicidad».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Miguel Arnau "Miquelet". El pardaler

Martín Vidal Romero

Los niños son Asunción, Vicente, Martín y Luis Vidal Corella, hijos del autor de la foto

Cortesía de José Navarro Escrich

1 comentario:

  1. Recuerdo de mi infancia, que aun existiendo la peseta como moneda de curso legal, en argot popular se empleaba la aguileta para tasaciones de poco valor, el quinzet era para pagos habituales, y los duros para pago de grandes cantidades, propiedades y cosas por el estilo, la peseta como tal no se empleaba

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