jueves, 23 de mayo de 2024

Y aún le sobraría para comprarse unas cuantas hanegadas en la huerta

«—Yo también recuerdo, señora Rosa, que si no llevaba dinero usted siempre nos fiaba la barra de pan, una y otra vez, y siempre me decía que no me preocupara, que ya le pagaría otro día o cuando fuera, cuando tuviera dinero, que le bastaba con que le cantara una canción para usted sola. No le voy a cantar ninguna canción que puede oír en una gramola o si viene algún día al teatro, pero quiero que acepte un regalo que le voy a hacer por habernos sacado del hambre cuando éramos muy pobres. Es una deuda que no he olvidado.

Conchita Piquer abrió el bolso de cocodrilo y sacó un sobre lleno de billetes.

—Tome este dinero, cinco mil pesetas, y gástelo en lo que le dé la gana. 

—Pero, hija, ¿qué voy a hacer yo con esta fortuna? —exclamó la panadera. 

Era una cantidad exorbitante en aquel momento, si se tiene en cuenta que el salario medio era de trescientas pesetas al año. Con ese dinero podía renovar el horno y aún le sobraría para comprarse unas cuantas hanegadas en la huerta. La panadera no salía de su asombro. Le dio un abrazo y empezó a llorar».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Huerta de Valencia

Barberá Masip

Bivaldi

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