«Cumplida la promesa de pagar una deuda y después de llorar sobre la tumba de su hijo, Conchita Piquer arrancó el Hispano-Suiza en la puerta del cementerio, pero antes de dirigirse hacia el centro de Valencia para rezar a la Virgen de los Desamparados se dio una vuelta por la calle Ruaya, 23, del barrio de Sagunto, para ver la casa de dos plantas en la que había nacido. Continuaba pintada del mismo color almagra, la ventana por donde ella se asomaba estaba cerrada y la planta de calle seguía siendo una carbonería».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
Las Provincias. 7 de agosto de 1994
Subida por Carlos Iborra a VAHG
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