«El patio exterior no desmerecía la belleza de la casa. Estaba totalmente rodeado de un frondoso jardín erigido gracias a los años y a la paciencia de unas manos diestras. Unas guías metálicas habían permitido que la enredadera y la parra diesen sombra al patio de baldosas cerámicas, sobre el que estaban ubicados un banco, una mesa y algunas sillas, todas de forja. Para hacer más bucólico aquel lugar, Neleta tocaba, sentada en el banco, una larga y oscura flauta. Toda la esencia de la historia árabe y castellana del Levante parecía darse cita en aquella humilde vivienda».
Nadie corre más que el plomo
Ignacio Marín
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Palacete y Jardín de Ayora
Francesc Jarque
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