«En el cursillo había de todo. Aspirantes al anuncio de Quesos Tranchettes, pilaristas con pelo cacerola y suéter Privata del 86', partidarios de los mocasines sin calcetines y un sinfín anómalo de Pititas Ridruejos o mujeres salazón. Más que un cursillo para futuros marqueses, aquello parecía la fiesta de cumpleaños de Pitita Ridruejo en la que Pitita Ridruejo hubiera obligado a todos sus invitados a disfrazarse de Pitita Ridruejo. De repente tuve unas ganas enormes de acostarme con una de aquellas Pititas Ridruejos. Había algo verdaderamente exótico y sensual en el modo de acariciar a sus perritos. Yo quería ser el perrito de alguna de aquellas Pititas Ridruejo. Perrito faldero, perrito perfumado, perrito con mantita térmica a los pies de mi Pitita Ridruejo en un palacio con vistas al Santiago Bernabéu. Perrito madridista, perrito decente, perrito con pase en el parque de socialización canina de El Viso, perrito con collarcito rojigualda, perrito leal a la corona, perrito paseado por alguna Pitita Ridruejo que me diera besitos en el hocico. Ahora que nadie nos oye puedo decirle, tuve una erección. Mi primera gran erección como aspirante a marqués de la calle Zurradores».
El marquesado de Zurradores
Rafa Lahuerta Yúfera
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