«En la clase de pelar gambas con cuchillo y tenedor me sentaron con dos Pititas de pantorrilla ancha, una Pituca porcelanosa de la calle Sorní y un rezagado con gafitas y tobillos al aire que había trabajado de informático en el Consulado del Levante Feliz en Ayusolandia. Tenían grandes planes. Su palabra favorita era eventos. Grandes eventos. Una vida de eventos. Pregunté que es un evento y no supieron responder. Pues un evento, un evento, un evento es pasarlo guay con los amigos, las amigas y les amigues, dijo la Pitita de Benimámet. Me quedó claro. Con la primera gamba salpiqué a la otra Pitita. En mi ficha ya venía la advertencia: «zurdo, mal uso de la cubertería, suele mancharse; y lo que es peor, suele manchar al resto de comensales». Aquella Pitita, aspirante al marquesado del Barrio de Beteró, empezó a llorar desconsolada. Aún no he olvidado sus palabras: «Desconsiderado, zafio, provinciano, me has estropeado mi flamante falda en tonos pastel que justamente estrenaba hoy y que me ha costado 845 euros con 83 céntimos en una tienda de la calle Poeta Querol de la dos veces leal ciudad de Valencia». Tras la soflama, el llanto se hizo más incontenible, aunque la palabra adecuada sería: ostentóreo. Como soy tan buena persona logró enternecerme, lo reconozco. Para hacer las paces le regalé un bombón de Ferrero Rocher. Puso ojos de Tamara Falcó Preysler. Caí rendido a sus pies. En ese momento supe lo que es el amor por aspersión».
El marquesado de Zurradores
Rafa Lahuerta Yúfera
https://www.lasprovincias.es/
Hoy en día se le conoce como Casa Corell
Fotos Sanchis
Subida por Pilar Martínez Olmos a VAHG
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