«Las dos hermanas admiraban la fachada de la parroquia. Algo en la parte inferior les llamó la atención. Tenía como una plataforma elevada parecido a una tribuna. Bajo ésta había unas pequeñas habitaciones llamadas covachuelas o casillas de San Juan. Eran semisótanos en los que antaño se ubicaban chatarreros y tiendas de viejo. Ahora, cerradas desde hacía mucho tiempo, estaban en un estado verdaderamente lamentable».
Las doce llaves
María Villamayor
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