«Salazones y olivas de multitud de variedades, frutos secos de todas las clases, y montañas de especias, pimentón, azafrán. Era algo maravilloso. Afinó el olfato y el oído. Los variados aromas le hicieron recordar cuando veintitrés años atrás conoció a Miguel en aquel mismo lugar».
Las doce llaves
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