«Amaneció un día precioso, el sol calentaba los panteones y el mármol de las miles de lápidas del impresionante cementerio de la calle Jesús. Los centenares de pasillos casi desiertos albergaban innumerables nichos a ambos lados. Las flores de estos endulzaban el ambiente y, entremezclado con el silencio, hacía que descansaran en paz las miles de almas que allí se hospedaban. Tía Rosa, en compañía de sus dos sobrinas, depositaba un centro de flores en la tumba de sus padres. Era cinco de mayo y el veintitrés aniversario de su muerte. Cada una y casi en silencio rezaban una plegaria dirigida a ellos. Rosa hablaba con su hermana Carmen:
—Gracias por dejarme cuidar a tus pequeñas. Ya se han independizado, ¿sabes?, y además, se han convertido en dos mujeres hechas y derechas. Cada vez se parecen más a ti. Si las vieras… ¡Cumplí mi promesa!»
Las doce llaves
María Villamayor
Cementerio General de Valencia
http://callejeandoporvalencia.blogspot.com/
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