domingo, 30 de junio de 2024

Una última cosa, señor Puig, ¿tocaba su padre la dulzaina?

«—Una última cosa, señor Puig, ¿tocaba su padre la dulzaina?

—A mi padre le gustaban las charangas, las tracas, el ambiente de ferias, como a todos. Pero no era un hombre con sensibilidad para la música. Que haya aparecido con una canya en el bolsillo no tiene que significar que supiera tocar la dolçaina. Bueno, es algo que supongo que ya estarán investigando, ¿no?».

Nadie corre más que el plomo

Ignacio Marín

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El "dolçainer" animando la fiesta de las Fallas. Años 50

viernes, 28 de junio de 2024

¿Estuvo su marido alguna vez en una banda?. Vídeo

«Media sonrisa se dibujó por primera vez en el rostro del hijo de Puig.

—Y otra cosa —Eugenio trataba de aprovechar el buen ánimo de la mujer para obtener algo de información de interés—, ¿estuvo su marido alguna vez en una banda?

—¿De música? ¡No, por favor! —Rio con sinceridad y cierta melancolía—. ¡Mi Vicent era muy torpe!».

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Ignacio Marín

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Les nostres bandes

miércoles, 26 de junio de 2024

No faltábamos ningún año a la ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados

«No faltábamos ningún año a la ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados. Qué cosa más bonita. Pero, chico, cuando el Vicent se hizo alcalde lo tuvimos que dejar, una pena… A ver si mi Carles retoma la tradición».

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Ignacio Marín

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Ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados

Cortesía de José Navarro Escrich

lunes, 24 de junio de 2024

Anduvo algunos metros hasta la pensión que le habíamos recomendado

«Anduvo algunos metros hasta la pensión que le habíamos recomendado, situada en el segundo piso de uno de aquellos edificios ocres y polvorientos tan habituales en el centro. Subió las escaleras de terrazo haciendo crujir la arena, protagonista discreto de todas las escaleras, de todas las casas, de todas las calles de aquel lugar.

Empujó la puerta entreabierta y recibió una nueva bocanada de humedad, combinada esta vez con olores a lejía, suavizante y tubería. Una mujer de facciones amplias y poderosas salió a recibirle. Aunque aún era joven, el cabello castaño ya se veía atravesado por alguna cana. Su presencia era fuerte y orgullosa, como una tormenta al anochecer. Ana paladeaba cada palabra con un ligero acento del Levante».

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Ignacio Marín

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Pensión Colón
 
Calle de Isabel de Villena. La Malvarrosa

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sábado, 22 de junio de 2024

Eugenio salió a la fresca noche valenciana

«Rosa sacó una cazuela de barro humeante que, en esas horas que agotaban la tarde, hizo restallar mi estómago y el rostro de mi amigo. Eran callos.

—Te tendrías que casar conmigo y dejar al comunista este que siempre está metido en líos.

Con el cuerpo satisfecho gracias a esas vísceras guisadas que tanto le gustaban y el ánimo azuzado por los vinos y la compañía de sus amigos, Eugenio salió a la fresca noche valenciana. Aún no se había acostumbrado al peso de la humedad, que arrastraba aromas de salitre y dama de noche».

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Ignacio Marín

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A la fresca. 1968

Calle Pavía

Todocolección

jueves, 20 de junio de 2024

En los pasacalles de las fiestas, la gente va con dulzainas y tabalets

«—¿Los de la capital? Pero si eres de Vallecas, cabrón. Oye, ¿esto qué es? —Me mostró una foto con la relación de objetos que llevaba encima el finado. Su dedo señalaba uno en concreto—. El tubito este.

El tubito este era un cilindro de madera fina, aplastado en uno de sus extremos y recubierto de hilo en el otro. Tardé en reconocer lo que era.

—Coño, es una caña de dulzaina.

—¿Y eso qué es?

—Es lo que hace sonar la dulzaina, es como una lengüeta, como un pito —gesticulaba, ante un Eugenio que me miraba como si no compartiéramos el mismo idioma.

—Recuérdame qué es una dulzaina. —Bajó la voz para que su ignorancia no fuese patrimonio de todos.

—Es como una especie de flauta, muy típica de aquí. En los pasacalles de las fiestas, la gente va con dulzainas y tabalets, que son como tambores.

—Algo muy folclórico, entiendo.

—Sí, así es».

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Ignacio Marín

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Plaza del Caudillo, actual del Ayuntamiento

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martes, 18 de junio de 2024

Era muy temprano y a esas horas las calles del centro estaban desiertas

«—Aquí jamás ha habido ningún problema por política. Lo habitual son peleas de turistas borrachos en verano, incluso algo de hachís. Vienen muchos jipis, ¿sabe? Pero tanto como un asesinato…

—Después de las Vascongadas pensabas que ibas a estar tranquilo volviendo a casa, ¿eh? —bromeó el teniente Medina, forzando una sonrisa. El sargento se limitó a levantar las cejas y apretar los labios.

—¿Algún testigo?

—Por ahora nada. Era muy temprano y a esas horas las calles del centro estaban desiertas».

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Ignacio Marín

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Plaza del Caudillo, actual del Ayuntamiento


domingo, 16 de junio de 2024

Bueno, de Sedaví, un pueblo cerca de Valencia

«—¿Es usted de aquí? —preguntó Eugenio al sargento Aldecoa, calibrando lo útil que le podría resultar en la investigación.

—Bueno, de Sedaví, un pueblo cerca de Valencia.

—Supongo que le habrán informado bien en Madrid —el teniente quiso ir al grano y tomó la carpeta que había en la mesa— y ya sabrá que la víctima se llamaba Vicente Puig. —Hizo una breve pausa mientras sacaba algunas fotos del alcalde con la ropa teñida de sangre—. Le dispararon a bocajarro con una escopeta de caza. —Esta vez sacó una foto de balística—. Calibre 16, cartuchos de perdigones Saga, muy habituales, por la zona hay mucha caza de conejos. Se desangró frente al ayuntamiento, a cien metros de su casa. Cuando quisieron llevarlo al puesto de la Cruz Roja, ya había muerto».

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Plaça d'En Jaume I el Conqueridor des de dalt de l'església de la Mare de Déu del Rosari. Sedaví. 1961

Luis Bertrán Lluch Garín

viernes, 14 de junio de 2024

De siempre ha sido un lugar de gente pacífica, un pueblo de pescadores

«El teniente ocupó su butaca de escay verde bajo un retrato de Franco enmarcado en oropel, que nadie se había molestado en sustituir tras el final de la Dictadura, y frente a la mesa atestada de carpetas y documentos, mientras que el sargento y el inspector tomaron asiento en las dos sillas que tenía delante. Para no desmerecer el ambiente del despacho, los tres fumaron.

—Este es un pueblo muy tranquilo, la verdad es que no nos lo explicamos —reflexionó en voz alta el teniente.

—De siempre ha sido un lugar de gente pacífica, un pueblo de pescadores. Estamos recibiendo muchos turistas en los últimos años, pero nunca había pasado nada grave. Imagínese, el asesinato del alcalde, nada menos —completó el sargento».

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Pesca del bou. 1900

Martín Vidal Romero

Bivaldi

miércoles, 12 de junio de 2024

La casa cuartel era un edificio bastante austero

«Los guardias parecían amables y dispuestos a ayudarlo. El teniente era corpulento, de rostro duro y cetrino, y con un marcado acento del sur. Por su parte, el sargento era fibroso, con facciones suaves y de menor estatura que su superior.

—Se lo agradezco, pero prefiero hospedarme en una pensión estos días. El viaje ha sido más llevadero de lo que esperaba, así que podemos empezar a trabajar cuando les parezca bien.

La casa cuartel era un edificio bastante austero de ladrillo, que cumplía rigurosamente con las funciones para las que había sido diseñado. Tras la puerta de doble hoja, coronada por azulejos que rezaban el preceptivo «Todo por la Patria», se encontraban las dependencias policiales y detrás, limitando con un pequeño patio, unas pocas viviendas para los guardias».

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Ignacio Marín

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"Estación del Trenet de  las Termas, la calle que cruza a la izquierda, esquina con la barbería  y el cuartelillo de la guardia civil, donde están las palmeras, era la calle del Horno del Cabañal, al fondo se ven las Termas, en los años 70."

Subida por Fernando Gavino a VAHG

lunes, 10 de junio de 2024

Y caminó las escasas dos manzanas que le separaban de la plaza del Ayuntamiento

«Porque Vicente Puig no supo que iba a morir cuando recibió el disparo que acabaría poco después con su vida. Más bien se sorprendió de ver ahí, en el portal de su casa, al que resultaría ser su asesino. Comenzó a esbozar una tímida sonrisa que atropelló el estruendo del arma detonada. Estupefacto, observó cómo brotaban de su camisa manchas rojas, mientras el homicida se escabullía por las calles empedradas del casco histórico. Movido por ignotos instintos, Vicente Puig se agarró el vientre y caminó las escasas dos manzanas que le separaban de la plaza del Ayuntamiento».

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Ignacio Marín

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Plaza del Caudillo, actual del Ayuntamiento

Levante EMV

sábado, 8 de junio de 2024

Desde la lonja veía amanecer cada día

«Justo en el instante en el que Vicente Puig supo que iba a morir, el coche de línea de La Requenense llegaba a la estación procedente de Valencia. Recuerdo que aquella mañana compré lenguado a ochenta pesetas el kilo y lo serví en el menú del día. Desde la lonja veía amanecer cada día, y ese martes de primavera nació brumoso como en las últimas dos semanas. Con aquella calima rojiza tan característica de ese pueblo, que envolvía todo con una atmósfera alienígena. Pero en el preciso momento en que Vicente Puig supo que iba a morir, el sol se abrió paso a codazos entre las pastosas nubes para iluminarle, como si la fatal conclusión a la que había llegado fuese fruto de una revelación divina».

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Ignacio Marín

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Lonja del pescado. 1985

Puerto de Valencia

Rosendo Rodilla

jueves, 6 de junio de 2024

Hubo una manifestación de beatas con mantilla y de caballeros adustos de calva apostólica en la plaza de la Basílica

«El éxito de «La Maredeueta», siempre cantada con lágrimas de verdad y la voz quebrada, fue arrollador, hasta el punto de que el arzobispo de Valencia amenazó con excomulgar a la artista si no la eliminaba de su repertorio. La Iglesia consideraba que era un sacrilegio confundir a la Viçenteta —al parecer una jovencita huertana algo caprichosa y casquivana— con la Virgen de los Desamparados. ¿Cómo se había atrevido? Hubo una manifestación de beatas con mantilla y de caballeros adustos de calva apostólica en la plaza de la Basílica. Algunos fanáticos estaban dispuestos a quemar el teatro si Conchita Piquer cantaba esa canción en Valencia. Pero la Piquer no se arredró y, como haría siempre, prefirió ir al infierno antes que doblegarse. Lejos de eso, durante el estreno en el Principal de Valencia los primeros en llorar fueron aquellos que venían dispuestos a sacrificarla. Incluso en la catedral lloraban los canónigos,  que al final ya no distinguían entre Viçenteta, la Piquer y la Virgen de los Desamparados».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Plaza de la Virgen. 1920


martes, 4 de junio de 2024

Que fue adorada en las candilejas de Broadway como una Virgen en el altar

«Conchita Piquer estrenó en el Coliseum de Barcelona «En tierra extraña» y «La Maredeueta», y tal era la emoción, que lloraba ella, lloraban los músicos, lloraba el regidor, lloraban los acomodadores, todo el mundo moqueaba con un pañuelo en la boca y en poco tiempo estas dos canciones comenzaron a apoderarse del aire de toda España. 

Se supone que la Virgen no atendió la súplica del escultor y Viçenteta no volvió. Pero ¿quién era esa Viçenteta sino la niña Piquer, la hija de Ramona? ¿Quién era ese pobre artista enamorado sino el compositor Penella, que se llevó a la niña a Nueva York con la promesa de convertirla en una estrella venerada? Como el escultor de la canción, el maestro Penella modeló a la Piquer, que fue adorada en las candilejas de Broadway como una Virgen en el altar. Pero he aquí que un día la joven Piquer también se fue con otro, en este caso con el púgil Leonard, y abandonó al maestro que tanto había hecho por ella. Al final la súplica desgarrada a la Virgen de los Desamparados dio resultado y los dos se reencontraron en el muelle del puerto de Cherburgo y se fundieron en un prolongado abrazo».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



Ofrenda de flores a la Virgen. 1900

Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo. 54 x 77

Colección privada

domingo, 2 de junio de 2024

Cuando la Virgen salió en procesión por la huerta valenciana

«A un pobre escultor enamorado le encargaron la imagen de una Virgen, que se da por supuesto que se trataba de la Virgen de los Desamparados. El artista no encontró modelo más apropiado que el de su joven amante, que no era otra que la propia Viçenteta, una adolescente que vivía en una barraca de la huerta. En efecto, una noche de amor el escultor enardecido le dijo: «Voy a modelar tu cara y tú vas a ser la Virgen más bonita que se va a venerar en un altar». 

Mientras la modelaba, el artista y la niña se amaban, sin distinguir la inspiración y el deseo, la devoción y el sexo. Bajo el emparrado de la barraca, una bella imagen surgió entre las flores. Gracias a las brujas manos del artista, el rostro de su Viçenteta, lleno de gracia y de amor, se transformó en el propio rostro de la Virgen, que el pueblo adoraba. La gente decía: «Mirad a la Viçenteta, más igual no puede estar. Ella es la verdadera Virgen que se venera en el altar». 

Sin embargo sucedió lo inesperado. Mientras todo en la barraca cantaba y reía, el escultor amaba a Viçenteta, pero ella un día se fue  con otro y huyó para siempre de su barraca. Como es lógico, el escultor quedó muy triste y despechado, de modo que aquel mismo año, cuando la Virgen salió en procesión por la huerta valenciana, al ver el artista la imagen que había creado recordó su cruel desengaño y quiso destrozarla gritando: «¡Traición!». Al oír que el escultor insultaba a la Virgen, la gente alarmada cesó de cantar, mas pronto rendido, vencido, humillado, el artista cayó arrodillado y comenzó a rezar: «¡Oh, santa Madre de Dios, no me hagas desgraciado, devuélveme a mi niña, que tiene tu carita, Virgen de los Desamparados!». El artista le pedía a la copia que le devolviera el original».

Retrato de una mujer moderna

Manuel Vicent



La Virgen de los Desamparados por la huerta valenciana con motivo del 25 Aniversario de la Coronación. 1948

Archivo de Rafael Solaz