«El éxito de «La Maredeueta», siempre cantada con lágrimas de verdad y la voz quebrada, fue arrollador, hasta el punto de que el arzobispo de Valencia amenazó con excomulgar a la artista si no la eliminaba de su repertorio. La Iglesia consideraba que era un sacrilegio confundir a la Viçenteta —al parecer una jovencita huertana algo caprichosa y casquivana— con la Virgen de los Desamparados. ¿Cómo se había atrevido? Hubo una manifestación de beatas con mantilla y de caballeros adustos de calva apostólica en la plaza de la Basílica. Algunos fanáticos estaban dispuestos a quemar el teatro si Conchita Piquer cantaba esa canción en Valencia. Pero la Piquer no se arredró y, como haría siempre, prefirió ir al infierno antes que doblegarse. Lejos de eso, durante el estreno en el Principal de Valencia los primeros en llorar fueron aquellos que venían dispuestos a sacrificarla. Incluso en la catedral lloraban los canónigos, que al final ya no distinguían entre Viçenteta, la Piquer y la Virgen de los Desamparados».
Retrato de una mujer moderna
Manuel Vicent
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