«Mis ojos, entonces, se posaron en el mar. La fulgurante plata de la Albufera que había dejado atrás se oxidaba ahora en la inmensidad del Mediterráneo. Me fijé en las playas parduzcas, trufadas por más caños y humildes barracas, moteadas por barcas y artes de pesca. Vida ante el precipicio del tiempo. Vida que se pudría ante la inexorable llegada del progreso, progreso disfrazado de especulación inmobiliaria, de turismo masivo, de la industrialización del ocio».
Nadie corre más que el plomo
Ignacio Marín
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Arreglando las redes. 1899
Joaquín Sorolla y Bastida
Óleo. 22.2 x 36.9
Colección privada
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