«—Sí, ¿sabes por qué? —continuó Ana, divertida—. Porque tienen un ingrediente muy especial… Perdigones.
—¿Perdigones? —preguntó Eugenio, algo confundido, mientras Tonet seguía mirando al piso con su sonrisa velada.
—Sí, el conejo viene con perdigones. —Y Ana señaló con los ojos la escopeta que colgaba sobre el dintel de la puerta, en la que Eugenio no había reparado—. El tío Tonet no solo pesca.
—¡Anda! Oiga, ¿y los conejos son como los peces, solo se dejan coger los tontos?
—No —respondió el pescador, ya con una seriedad inquietante, clavándole esos ojos de tizne—. Nadie corre más que el plomo…».
Nadie corre más que el plomo
Ignacio Marín
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¿Tiro pichón?
Al fondo el puerto
Todocolección
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