«Sara caminaba en dirección de la calle Navellos. Todavía no sabía lo que iba a decir, ni cómo actuar ante los dueños del piso. Claro, que podía estar vacío. Ya no sabía qué pensar. Los nervios se habían apoderado de ella e, intranquila, no dejaba de mirar el reloj.
Intentó serenarse y pensó que ya improvisaría algo a su llegada. En pocos minutos, llegó a su destino. Se adentró hasta el final de la calle peatonal entrando en la calle Navellos, que desembocaba en la plaza de la Virgen».
Las doce llaves
María Villamayor
La Plaza de la Virgen
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