«El agua fría del mar volvió a mojar sus pies, Alejandra volvió a la realidad. Se acarició la cara y notó que las mejillas le ardían. Miró el reloj, era la una y media, tenía un cuarto de hora andando hasta llegar a la Avenida del Puerto, a casa de Tía Rosa. Salió de la orilla y se dirigió al paseo. Se secó los pies, y se colocó las sandalias. Mientras caminaba, notaba como los restos de arena le torturaban los dedos».
Las doce llaves
María Villamayor
Avenida del Puerto e Iglesia de Santa María del Mar
Todocolección
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